Género y cambio climático en ciudades ¿dónde se encuentran?

22 de Junio de 2020

Fotos: PNUD/Carlos Lebrato

Uruguay se encuentra en una de las regiones del mundo con mayor variabilidad climática y los escenarios futuros prevén un incremento en la frecuencia de eventos extremos asociados al cambio climático (CC), que pueden tener impacto en sectores económicos y sociales. En este contexto, son imprescindibles las medidas de adaptación que promuevan la resiliencia de las ciudades y zonas costeras del país.

En el 2014, el Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC) en su Quinta Comunicación, identificó que hay poblaciones que son más vulnerables, con riesgos diferenciados vinculados a su condición social, económica, cultural, étnica y de género, y que dicha vulnerabilidad les deja menos preparados para adaptarse y hacer frente a los impactos del cambio climático.

Uruguay es particularmente sensible a los eventos extremos, como sequías, inundaciones, olas de frío y de calor, vientos fuertes, tornados, granizadas, heladas, lluvias fuertes y tormentas severas. También existe un fuerte impacto del fenómeno de El Niño durante la primavera y en el otoño, incrementando la probabilidad de que las lluvias ocurridas sean de mayor magnitud respecto a datos históricos.

En paralelo, en años de predominio de La Niña, el país sufre prolongadas y profundas sequías. Estas amenazas de origen natural, en interacción con la exposición y vulnerabilidad social, ocasionan múltiples impactos sobre las poblaciones, las infraestructuras, los ecosistemas, la biodiversidad y el sector agropecuario.

Mientras el Plan Nacional de Respuesta al Cambio Climático destaca que la adaptación es una prioridad estratégica para el país, en la Política Nacional de Cambio Climático se señala la necesidad de promover el desarrollo de ciudades, comunidades y asentamientos humanos e infraestructuras sostenibles y resilientes.

Considerar estos aspectos es esencial a la hora de definir medidas de adaptación que hagan frente a las amenazas climáticas del país.

Tomando medidas

El abordaje del cambio climático en el contexto específico de lo urbano ha tenido una atención particular en el ámbito internacional. Así, la Agenda 2030 (ONU, 2015), aprobada por los países miembros de las Naciones Unidas, define 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible y considera temáticas vinculadas a la sostenibilidad de las ciudades y la necesidad de asumir los desafíos y amenazas.

Como respuesta a esta agenda, el Plan Nacional de Adaptación al cambio climático en ciudades e infraestructuras (NAP Ciudades), y el Plan Nacional de Adaptación para la zona costera (NAP-Costas), constituyen un nuevo esfuerzo nacional para integrar la perspectiva de género dentro de las medidas adaptación en ciudades, infraestructuras y sistemas humano-naturales de las zonas costeras.

En el marco de las actividades de sensibilización y capacitación, los proyectos NAP Costas y NAP Ciudades, organizaron en el mes de mayo el taller Integración de las temáticas de género en las políticas climáticas: Planificación en ciudades y costas, que estuvo a cargo de la Consultora para el fortalecimiento de las capacidades en género del proyecto NAP, Virginia Arribas, y la Asesora en Género en la división de CC del Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente (Mvotma), Laura Marrero.

Se realizaron tres instancias donde participaron autoridades de la Dirección de Cambio Climático del Mvotma y técnicos(as) y funcionarios(as) de distintas instituciones del país, con el objetivo de informar e incluir políticas de género en los proyectos vinculados al cambio climático.

De acuerdo con las consultoras de género, cuando se realizan o planifican acciones y actividades pensando en la inclusión de las mujeres, por defecto se incluye también a la población de tercera edad e infancia, ya que ambos colectivos, suelen tener situaciones de dependencia que les hacen necesitar cuidados, labor que recae sobre las mujeres en la mayoría de los casos y que dificulta su adaptación al CC, de ahí la importancia de transversalizar género a las políticas públicas ambientales.

Lo anterior no es casual ni tiene que ver con un tema biológico, agregan las consultoras, sino que se trata de la socialización de género, por la cual, las mujeres son educadas “para otros”, enfocándolas a cuidar y realizar las tareas del hogar, evitando que alcancen plenamente su desarrollo físico; mientras, los hombres, son criados según el modelo “ser para sí”, resaltando su racionalidad, fuerza, dinamismo, habilidad para los deportes, capacidad para mandar y su competitividad, limitando la expresión de sus emociones y promoviendo comportamientos violentos y conductas de riesgo.