Cuaderno sobre Desarrollo Humano 8: Protección Social y Género

Cuaderno sobre Desarrollo Humano 8: Protección Social y Género

8 de Octubre de 2015

Este Cuaderno de Desarrollo Humano analiza el sistema de protección social uruguayo con una mirada de género. Para ello, identifica los mecanismos a través de los cuales el sistema de protección social, desde su diseño y puesta en funcionamiento, produce y reproduce (o amortigua y contribuye a superar) las desigualdades de género que imperan  en la sociedad uruguaya.

El análisis que aquí se presenta toma como base que la protección social es uno de los instrumentos más importantes con que las sociedades —y en particular los gobiernos— cuentan para avanzar en el desarrollo de capacidades y expandir las opciones para la realización humana. También es clave para incidir en las desigualdades estructurales y de larga data, que han dejado a las mujeres sistemáticamente relegadas en el acceso a oportunidades.

Pero el hecho de que hasta ahora los sistemas de protección social sean un reflejo  bastante fiel de las desigualdades laborales lleva a que las políticas de protección no logren eliminar las desigualdades de género, sino que apenas intenten compensar —a través del pilar no contributivo— a los más desafortunados, que muchas veces tienen rostro de mujer.

La idea de la que se parte es muy simple: las mujeres se encuentran en desventaja para acceder a los beneficios que la protección social otorga y, por ende, tienen menos  posibilidades de aprovecharla para desarrollar sus capacidades.

La división sexual del trabajo y la delimitación de roles que asigna a las mujeres la responsabilidad del trabajo doméstico y de cuidado surgen de pautas culturales que consideran inapropiada la presencia de las mujeres en ciertos espacios de decisión o del mercado laboral o que asignan poco valor al rol de las mujeres. Las restricciones de las mujeres dentro de los hogares se reflejan en una posición desventajosa en términos de poder, una menor capacidad para reclamar recursos, basada en la percepción de que su contribución en materia de recursos es menor. Esta configuración se completa con reglas que operan fuera de los hogares y que tienden a imponer a las mujeres nuevas restricciones.

Datos

  • La participación laboral femenina pasó de 41% en 1986 a 55% en 2013, pero está lejos del nivel de participación de los hombres, arriba del 70%.
  • El acceso de las mujeres más pobres a la jubilación no se ha modificado en las últimas décadas. Como resultado, el acceso a las jubilaciones entre las mujeres hoy es más desigual que diez años atrás
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